27 de enero de 2012

El día en que no ser fan de algo, fue malo.

A veces muchos criticamos a los fans de cualquier ámbito. Ya sean músicos, partidos políticos, sagas de cine, trilogías, libros, vampiros que brillan, etc.

Sin duda los excesos en todo siempre son malos, por muy noble que parezca la causa. Al final del día alguien termina peleado o con un disgusto atravesado en el hígado al llevar su fanatismo a límites que nadie habría imaginado.

¿Pero qué sucede cuando no eres fan de nada?


En mi particular caso, me considero alguien que gusta de todo un poco, pero que no tiene algo en especial que lo haga llorar, gritar de emoción o sentir un orgasmo al verlo/escucharlo. Supongo es por ello que llevo una vida bastante tranquila y cuando se trata de criticar algo puedo hacerlo con total libertad. Claro que también tengo algunos gustos que sobresalen entre toda la maraña de cosas, pero no es algo que me obligue a dejar de comer o matar a tres mamuts y vivir para contarlo.

Sin embargo esto no es del todo bueno. Así como existen las belieber’s que lloran y se tiran en las filas de la Arena Monterrey porque no consiguen boletos para su concierto. Yo lloro al no tener una idea para enfocar un blog. Me resulta tan complicado definir el gusto en algo, que al final termino como empecé, sin nada.

En este mundo virtual es importante que si harás algo como un blog, sepas tomarle amor a lo que hagas. El éxito proviene de alguna actividad que te apasione. No hablarás de autos cuando lo que te gusta es la ropa. Ni tampoco hablarás de tecnología cuando amas las portadas de sociales.

Como dirían en las calles del mundo bajo “Cada quien con su cada cual”.

Así que la moraleja del día de hoy es:

“Si no tienes una afición por algo o alguien, intenta remediarlo o de lo contrario vivirás inmerso en un mundo donde tu mayor fanatismo será coleccionar las figurillas del huevo Kinder.”

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