4 de enero de 2012

2012 y el mundo se termina

Vivimos en una sociedad que simplemente ha caído en el conformismo. Es un mundo donde el 90% de las personas se queja de alguna situación, claro, mientras esta involucra directamente con su vida. Luego de ello lo olvidan y no les interesa en lo más mínimo. Buscamos el beneficio propio y quizás en parte no es algo erróneo, es nuestra naturaleza “ser el más fuerte del clan”.

Sin embargo nadie recuerda aquellos años maravillosos, en donde las sociedades se apoyaban. No hablamos de un mundo globalizado, como sociedad. De globalización no tiene más que mercadotécnica, intereses propios de unos cuantos; empresarios y gente de alto poder.


¿Dónde están esos días en que ayudábamos sin buscar un beneficio propio? ¿Existieron alguna vez esos días?

Un impulso. La sociedad necesita un impulso inconsciente, como aquel que tendría un padre al ver a su hijo correr un gran peligro, dar incluso la vida por él sin antes haber pensado en la suya. No hablamos de matarnos los unos a los otros otorgando vida al desvalido. Hablamos de esos gestos que haría de nuestra sociedad algo más armónica, más unida.

Quizás al leer esto simplemente te has reído o burlado de lo que alguien pudiera expresar. Quizás has pensando en aquella tarde en donde una mujer subía al transporte y no le cediste el lugar. Quizás, solo has leído esto por la curiosidad del título de la entrada y lo que diría, sin si quiera cuestionar tus propios actos. La verdad es algo que no se, simplemente lo imagino.

Es tiempo de cambiar. Empecemos por pequeños detalles que podrían alegrar a una madre, hacer del miserable un día más colorido. Regalar una paleta a un niño que llora desconsolado o quizás simplemente sonreír a aquella persona que te miro, esperando o no una sonrisa de aliento a su terrible día sin si quiera conocerte.

Inténtalo.

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